Google Earth y la victoria de Greenpeace en Amazonas

Esta semana, Google lanza otra serie de tours de cambio climático, entre ellos uno en el que Greenpeace cuenta una exitosa historia sobre lo que puede suceder cuando se realizan acciones para lograr soluciones: la moratoria sobre las nuevas plantaciones de soya en el Amazonas.

La historia de la moratoria de soya en Brasil es la historia de un paso pequeño, pero importante para salvar el Amazonas y, así, el clima de nuestro planeta. La deforestación tropical es responsable de un quinto de las emisiones de gases de efecto invernadero, más emisiones que todos los aviones, trenes y automóviles del mundo. Esto llevó a Brasil a convertirse en el cuarto mayor contaminante del clima del mundo y manifiesta que el cambio climático no puede ser evitado a menos que se detenga la deforestación.

Es por eso que Greenpeace tomó medidas en 2006 para tratar de parar una de las mayores causas de deforestación del Amazonas en Brasil: la tala de la selva para hacer lugar a más y más plantaciones de soya que alimenten el hambre creciente de Europa por la comida rápida.

Es una historia que involucra a investigadores de Greenpeace, amigos del poder empresarial, acciones bajo el ala de los arcos dorados de McDonalds, y los seguidores de Greenpeace que ayudaron a construir una presión de los consumidores que no pudo ser obviada. El recorrido puede verse en Google Earth o en YouTube:

Si deseas ver como lucen desde muy alto las arenas de alquitrán de Canadá - una grasa, ennegrecida y sin árboles- o tener una vista de los magníficos bosques que se están destruyendo, Google Earth es un gran herramienta para dar testimonio de la majestuosa naturaleza de nuestro planeta y las marcas que la humanidad ha hecho.

El año pasado, Greenpeace puso en marcha una capa de Conciencia Global en asociación con Google que provee imágenes, videos, e información acerca de cómo salvar los bosques de nuestro planeta, detener el cambio climático y proteger océanos. (En Google Earth, activa la barra lateral con Ctrl-Alt-B y haz click en Capas> Concienciación Global> Greenpeace).

Google también lanzó un canal de YouTube llamado "Raise Your Voice" (Levanta tu voz), dedicado a la Cumbre del Clima de Copenhague que se llevará a cabo en diciembre de 2009, donde podrás unirte a las celebridades y activistas, y enviar un video con tu propio mensaje a los líderes mundiales que se reunirán allí. Los videos se emitirán en pantallas alrededor de la conferencia en diciembre.

Hasta ahora, de los líderes mundiales, sólo Gordon Brown (Reino Unido), Donald Tusk (Polonia) y Jan Peter Balkenende (Países Bajos) se comprometieron a ir a la cumbre.

Por ello, exige a los líderes que se comprometan en Copenhague y le pinten la raya al cambio climático con tu firma aquí.

Desde Tlatelolco, Greenpeace exige nueva política forestal


Ciberactivistas, socios y activistas de Greenpeace exigieron esta mañana al presidente Felipe Calderón tomar medidas efectivas que detengan la deforestación en México a más tardar en el año 2020 y mitigar con ello el cambio climático.

El lugar para dar el mensaje fue la explanada de la Plaza de las tres culturas, en Tlatelolco, en donde los ciudadanos afines a Greenpeace le recordaron al jefe del Ejecutivo que México es uno de los cinco países con mayor tasa de deforestación del mundo y que cada año se pierden alrededor de 500 mil hectáreas de bosques y selvas.

México es uno de los 20 países que emiten más gases de efecto invernadero a la atmósfera (GEI) y, de acuerdo con estimaciones oficiales, al menos el 14 por ciento de los GEI que emitimos son originados por el cambio de uso de suelo y la deforestación.

“La deforestación ocasiona la pérdida de nuestra riqueza biológica, pone en riesgo nuestro abasto de agua y acelera el cambio climático ya que, al remover la cobertura vegetal, se libera el bióxido de carbono (CO2) almacenado en las plantas y en la materia orgánica del suelo, a través de su quema o descomposición”, afirmó Héctor Magallón, coordinador de la campaña de bosques de Greenpeace.

Greenpeace ha denunciado que a través de Proárbol se destina más de 50 por ciento de los recursos destinados al sector forestal a impulsar campañas de reforestación (de las cuales sobrevive menos del 10 por ciento de los árboles plantados) y las plantaciones forestales comerciales, pero que estas acciones no detienen ni detendrán la deforestación de nuestro país porque nuestros bosques no son simplemente un conjunto de árboles plantados en un terreno.


“En lo que va de este sexenio se han perdido 1 millón 500 mil hectáreas de bosques y selvas, el equivalente a tres veces la superficie del estado de Morelos. Y si no se cambia la política forestal, se perderá la misma cantidad al final de 2012. Detener el deterioro y la pérdida de los bosques y selvas que quedan en México es un tema urgente y debería estar entre las primeras prioridades del gobierno federal, tanto para reducir los efectos del cambio climático como para proteger nuestra valiosa biodiversidad y acceso al agua”, explicó Paloma Neumann, integrante de la campaña de bosques de Greenpeace.

Greenpeace presentó hace un par de semanas los casos de la Meseta Purépecha en Michoacán, la región de Los Tuxtlas en Veracruz, y el Gran Bosque de Agua, en la confluencia de los estados de México, Morelos y el Distrito Federal, que muestran cómo el avance de la frontera agropecuaria y el desarrollo urbano continúan siendo los principales catalizadores de la destrucción de la masa forestal del país.

Greenpeace exige que se revise y rediseñe con urgencia la actual política forestal.

Los bosques en números:

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El 20 por ciento de las emisiones de GEI a nivel mundial provienen de la pérdida de los ecosistemas forestales que desaparecen a un ritmo de 13 millones de hectáreas cada año.
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Hemos perdido alrededor 47 millones 651 mil 200 hectáreas de ecosistemas forestales.
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Si seguimos a este paso, en 2020 perderemos más del 10 por ciento de bosques que nos quedan.
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El 80 por ciento de la superficie de bosques y selvas en México pertenece a comunidades y ejidos, y estudios científicos han demostrado que el buen manejo forestal no sólo permite conservar los ecosistemas forestales en buen estado, impide su deterioro y pérdida, sino que además es un impulsor del desarrollo local y regional.

Proárbol deforesta y genera cambio climático


La política forestal federal, ejecutada actualmente a través del programa Proárbol, es la causante de la deforestación en México, porque no preserva los bosques y selvas y permite que se sigan trasformando en potreros para ganado, zonas agrícolas y áreas urbanas (1) que generan más cambio climático, denunció Greenpeace.

Proárbol, cuya prioridad es impulsar la reforestación y las plantaciones forestales comerciales en vez de frenar la deforestación, no ha impedido que cada año se pierdan alrededor de 500 mil hectáreas (ha) de bosques y selvas; lo que sigue ubicando a México como uno de los cinco países con mayor deforestación en el mundo y uno de los 20 países que más contribuyen al cambio climático. Peor aún, desde la renuncia de José Cibrián Tovar, en marzo pasado, la Comisión Nacional Forestal (Conafor) carece de titular, lo que agrava más la situación de nuestros bosques.

“Desde hace décadas, la deforestación es un problema alarmante y Proárbol, en vez de revertirlo con la efectividad y la urgencia necesaria, ha destinado más de la mitad de sus recursos a reforestar y a las plantaciones forestales comerciales; cuando se ha demostrado que los monocultivos de árboles no forman bosques y que la reforestación no detiene la pérdida de masa forestal. Ninguna de estas acciones evita el avance de la frontera agrícola y ganadera, ni de la mancha urbana sobre estos ecosistemas”, explicó Héctor Magallón, coordinador de la campaña de bosques de Greenpeace.

A principios de este siglo, la pérdida total de los ecosistemas forestales de nuestros país alcanzó 47 millones 651 mil 200 hectáreas (1). A pesar de la creación de la Conafor, en 2000, esa tendencia se mantuvo y en 2002, menos de 51 por ciento del país conservaba vegetación primaria o poco alterada (1). Además, 27.5 por ciento del país estaba cubierto por zonas agrícolas (31 millones de ha), de uso pecuario (18.7 millones) y asentamientos humanos y áreas urbanas (1.27 millones). Para ese año ya se habían perdido 10 millones 328 mil 900 ha de selvas húmedas; 9 millones 422 mil 300 ha de selvas subhúmedas; 12 millones 900 mil ha de bosques templados; 9 millones 100 mil ha de matorrales xerófilos y más de 5 millones 900 mil ha de pastizales (1).

“De acuerdo con estimaciones oficiales, al menos 14 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) provienen del cambio de uso de suelo (2). Esta transformación de los ecosistemas forestales en terrenos para ganado, agricultura y urbanización ha ocurrido por décadas y sigue. Así lo constatamos en la región Purépecha, en Michoacán; en Los Tuxtlas, Veracruz, y en el Gran Bosque de Agua, en el centro del país. Estos casos demuestran que la política forestal no ha revertido la deforestación, la cual conlleva pérdida de biodiversidad, desabasto de agua y más cambio climático”, explicó Paloma Neumann, integrante de la campaña de bosques de Greenpeace.

En abril, Greenpeace sobrevoló la región Purépecha, donde cada año se deforestan 509 hectáreas debido a la agricultura y el crecimiento urbano. De aquí proviene casi 75 por ciento de la producción estatal de aguacate y 65 por ciento de la nacional. Anualmente, 479 ha de bosques de la zona son sustituidas por monocultivos de este fruto (3). De acuerdo con información de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), la superficie destinada a la producción de aguacate en el estado pasó de 31 mil ha en 1980 a más de 106 mil ha en 2009, en las que se proyecta obtener 1 millón 200 mil toneladas de este cultivo (4). Entre 1976 y 2005 los bosques de once municipios de la región Purépecha se redujeron de 221 mil ha a 201 mil ha (3).


“Hoy, la superficie destinada para la producción de aguacate en la región Purépecha de Michoacán es 342 por ciento mayor a la que había en 1980; en esa región se han perdido 20 mil ha de bosques en el mismo periodo. Es decir, la alta demanda de aguacate ha impulsado el cambio de uso de suelo, a costa de los bosques. Si bien los recursos forestales de esta zona han estado sometidos a una fuerte presión a lo largo de los últimos 30 años, es claro que el Proárbol, como se aplica actualmente, no ha impedido la deforestación de la región”, afirmó Neumann.

En mayo pasado, Greenpeace recorrió Los Tuxtlas, Veracruz, donde en 1972 había 97 mil ha de bosque mesófilo, selva húmeda, bosque de pino y de encino. En 1993 quedaban 54 mil ha, 56 por ciento de la cobertura original. La mitad de esta pérdida ocurrió entre 1990 y 1993, a un ritmo de 9.42 por ciento anual (5). Un estudio realizado en la zona estima que para 2020 quedarán 7,360 ha de selvas en esa región (6). En Veracruz, la deforestación se debe, principalmente, a la ganadería extensiva y los cultivos comerciales. En total, dicho estado ya perdió 91 por ciento de su cobertura forestal (7).

“Aunque no hay estudios más recientes que evalúen la deforestación en los Tuxtlas, desde el aire se puede constatar que el desmonte para introducir ganado sigue. Esto muestra que, a pesar de que el presupuesto destinado a la Conafor pasó de 265 millones de pesos en 2001 a 5 mil 500 millones de pesos en 2009 (8), no ha generado los mecanismos para que quienes habitan en los bosque puedan vivir dignamente de sus recursos naturales sin destruirlos, por lo que se ven obligados a introducir cultivos y ganado o a vender sus tierras para obtener ingresos”, continuó Neumann.

En el caso del Gran Bosque de Agua (GBA), ubicado entre el DF, Cuernavaca y Toluca, la mancha urbana del Distrito Federal avanzó sobre los ecosistemas forestales a un ritmo de casi una hectárea diaria en los últimos 60 años (9). La existencia de caminos y carreteras ha favorecido la formación de asentamientos urbanos en la región. De acuerdo con INEGI, en el año 2000 habían 206 localidades dentro del GBA, donde vivían más de 56 mil personas, de las cuales, más de la mitad se concentraban en cuatro poblados: Huitzilac, Tres Marías, Tepoztlán y Santa Catarina.

“La gente que vive en el GBA no ha recibido apoyo para vivir dignamente de sus bosques, por ello es presa fácil de especuladores que le ofrecen dinero por sus tierras. Las campañas de reforestación o el pago por servicios ambientales que ofrece el Proárbol no han logrado revertir la presión del avance de la mancha urbana en ésta y otras zonas. Por si esto fuera poco, en julio de 2008, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales aprobó la construcción de la Autopista Lerma- Tres Marías, la cual acelerará el crecimiento urbano en la región. Esto compromete el abasto de agua del centro del país, ya de por sí escaso, y contribuye a generar más cambio climático en la zona”, explicó Magallón.


“Estos tres casos muestran que Proárbol no ha frenado la deforestación en México y que nuestro país no está preparado para afrontar los compromisos asumidos a nivel internacional en torno al cambio climático, ya que no existen políticas adecuadas de aprovechamiento y conservación de los recursos forestales. Si el presidente Felipe Calderón es serio en su compromiso de reducir nuestras emisiones de GEI en 50 por ciento para 2050, debe comenzar por diseñar una política forestal eficaz, que tenga como prioridad impulsar el buen manejo forestal comunitario, con el fin de detener la deforestación a más tardar en el año 2020”, concluyó Magallón.

Notas:
1. Velázquez, Alejandro, La dinámica de la cubierta forestal de México, Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental, UNAM, Campus Morelia / http://www.smf.mx/C-Global/webCubFor.htm; Estado y transformación de los ecosistemas terrestres por causas humanas”, Sánchez, Salvador, et al. En “Capital Natural de México, Conabio.
2. Informe México: Tercera Comunicación Nacional ante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Instituto Nacional de Ecología. México. 2006.
3. Garibay Orozco, C. y G. Bocco Verdinelli. En prensa: Situación actual en el uso del suelo en comunidades indígenas de la Región Purépecha, 1976-2005. INE-CIGA, UNAM. México.
4. http://www.siap.sagarpa.gob.mx/index.php?idCat=107Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera, SAGARPA,
5. Guevara, S., Sánchez-Ríos, G. y R. Landgrave. “La deforestación” en: Guevara, S.; Laborde, J. y G. Sánchez-Ríos. Los Tuxtlas. El paisaje de la Sierra. Instituto de Ecología, A. C. y Unión Europea. Xalapa, Veracruz. México. pp. 814-109.2004.
6. Dirzo, R. y M. C. García. Rates of deforestation in Los Tuxtlas, Veracruz, México. Conservation Biology 6 (1):84-90.1992.
7. Paré, L. y T. Fuentes. Gobernanza ambiental y políticas públicas en Áreas Naturales Protegidas: lecciones desde Los Tuxtlas. Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México. México. 2007.
8. http://www.apartados.hacienda.gob.mx/presupuesto/temas/pef/2009/index.html
9. Informe Asentamientos irregulares en el suelo de conservación del Distrito Federal, PAOT, 2003.

El otro ecologismo y los derechos humanos

Por Luis Hernández Navarro
Publicado en La Jornada / Martes 26 de mayo de 2009
Promover la justicia ambiental en México es una actividad arriesgada. Que lo digan si no quienes conocieron al campesino Aldo Zamora, balaceado por cuatro talabosques; que lo cuente Verónica Hernández, acosada judicialmente por Granjas Carroll; que lo platiquen Santiago Pérez, preso durante meses por defender el agua de las comunidades mazahuas, o Agustín Ríos, salvajemente golpeado por la policía oaxaqueña por luchar contra la operación de una mina.

Aldo Zamora, comunero tlahuica del estado de México y defensor de los bosques, fue asesinado el 15 de mayo de 2007. Su hermano Misael quedó gravemente herido. Ambos fueron emboscados por talamontes cuando se dirigían a Santa Lucía, Ocuilán, estado de México.

Desde 1998, Ildefonso Zamora, padre de Aldo Zamora y presidente de bienes comunales de San Juan Atzingo, denunció la explotación ilegal de los bosques de su pueblo, ubicado en el Parque Nacional Lagunas de Zempoala. Casi dos meses después del crimen, el 12 de julio de 2007, el presidente Felipe Calderón le prometió que habría justicia. “Se compromete mi gobierno, por mi conducto –dijo en aquella ocasión–, a que junto con las autoridades del estado de México persigamos sin descanso hasta dar con los culpables e imponerles el castigo que se merecen.” Meses después, el 7 de enero, la Presidencia de la República envió una carta a Ildefonso en la que le señala que el caso es competencia del gobierno estatal y "el Presidente de la República no está facultado para intervenir de manera alguna en la resolución del mismo".

Los bosques de San Juan Atzingo se encuentran dentro del corredor biológico Ajusco-Chichinautzin, que alberga 2 por ciento de la biodiversidad mundial, abastece tres cuartas partes del agua que se consume en la ciudad de México y dota del líquido a los ríos Lerma y Balsas. Sin embargo, la zona de las Lagunas de Zempoala-Huitzilac está severamente amenazada por la tala ilegal.

Aldo Zamora es uno más de los activistas ambientales víctimas de la represión. En un recuento provisional a propósito de la criminalización de la protesta en México, la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos Todos los Derechos para Todos documentó en los últimos dos años, al menos 41 casos de agresiones policiacas, detenciones arbitrarias, amenazas, hostigamiento y asesinato contra defensores del ambiente.

Apenas el pasado 6 de mayo fueron brutalmente desalojados por la policía oaxaqueña integrantes del Comité de Defensa de los Derechos del Pueblo y de la Coordinadora en Defensa de los Recursos Naturales y Nuestra Madre Tierra del valle de Ocotlán, que protestaban contra una explotación minera. Cinco de sus miembros están acusados de los delitos de lesiones, despojo y ataque a las vías generales de comunicación.

Quienes son agredidos defienden su agua, sus bosques, sus recursos naturales, sus comunidades, su biodiversidad, su salud, su tierra y territorio frente a la voracidad depredadora de empresas inmobiliarias, plantas procesadores de basura, desarrollos turísticos, mineras trasnacionales, complejos agroindustriales, talabosques, compañías farmacéuticas y proyectos hidroeléctricos.

Con regulaciones ambientales débiles y autoridades gubernamentales corruptas, con tratados comerciales –que como parte de las ventajas comparativas ofrecen la destrucción impune del ambiente–, los grandes consorcios multinacionales tienen licencia para devastar. Con frecuencia, disponen del uso de la fuerza pública para acallar la resistencia de las comunidades afectadas.