Proárbol deforesta y genera cambio climático


La política forestal federal, ejecutada actualmente a través del programa Proárbol, es la causante de la deforestación en México, porque no preserva los bosques y selvas y permite que se sigan trasformando en potreros para ganado, zonas agrícolas y áreas urbanas (1) que generan más cambio climático, denunció Greenpeace.

Proárbol, cuya prioridad es impulsar la reforestación y las plantaciones forestales comerciales en vez de frenar la deforestación, no ha impedido que cada año se pierdan alrededor de 500 mil hectáreas (ha) de bosques y selvas; lo que sigue ubicando a México como uno de los cinco países con mayor deforestación en el mundo y uno de los 20 países que más contribuyen al cambio climático. Peor aún, desde la renuncia de José Cibrián Tovar, en marzo pasado, la Comisión Nacional Forestal (Conafor) carece de titular, lo que agrava más la situación de nuestros bosques.

“Desde hace décadas, la deforestación es un problema alarmante y Proárbol, en vez de revertirlo con la efectividad y la urgencia necesaria, ha destinado más de la mitad de sus recursos a reforestar y a las plantaciones forestales comerciales; cuando se ha demostrado que los monocultivos de árboles no forman bosques y que la reforestación no detiene la pérdida de masa forestal. Ninguna de estas acciones evita el avance de la frontera agrícola y ganadera, ni de la mancha urbana sobre estos ecosistemas”, explicó Héctor Magallón, coordinador de la campaña de bosques de Greenpeace.

A principios de este siglo, la pérdida total de los ecosistemas forestales de nuestros país alcanzó 47 millones 651 mil 200 hectáreas (1). A pesar de la creación de la Conafor, en 2000, esa tendencia se mantuvo y en 2002, menos de 51 por ciento del país conservaba vegetación primaria o poco alterada (1). Además, 27.5 por ciento del país estaba cubierto por zonas agrícolas (31 millones de ha), de uso pecuario (18.7 millones) y asentamientos humanos y áreas urbanas (1.27 millones). Para ese año ya se habían perdido 10 millones 328 mil 900 ha de selvas húmedas; 9 millones 422 mil 300 ha de selvas subhúmedas; 12 millones 900 mil ha de bosques templados; 9 millones 100 mil ha de matorrales xerófilos y más de 5 millones 900 mil ha de pastizales (1).

“De acuerdo con estimaciones oficiales, al menos 14 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) provienen del cambio de uso de suelo (2). Esta transformación de los ecosistemas forestales en terrenos para ganado, agricultura y urbanización ha ocurrido por décadas y sigue. Así lo constatamos en la región Purépecha, en Michoacán; en Los Tuxtlas, Veracruz, y en el Gran Bosque de Agua, en el centro del país. Estos casos demuestran que la política forestal no ha revertido la deforestación, la cual conlleva pérdida de biodiversidad, desabasto de agua y más cambio climático”, explicó Paloma Neumann, integrante de la campaña de bosques de Greenpeace.

En abril, Greenpeace sobrevoló la región Purépecha, donde cada año se deforestan 509 hectáreas debido a la agricultura y el crecimiento urbano. De aquí proviene casi 75 por ciento de la producción estatal de aguacate y 65 por ciento de la nacional. Anualmente, 479 ha de bosques de la zona son sustituidas por monocultivos de este fruto (3). De acuerdo con información de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), la superficie destinada a la producción de aguacate en el estado pasó de 31 mil ha en 1980 a más de 106 mil ha en 2009, en las que se proyecta obtener 1 millón 200 mil toneladas de este cultivo (4). Entre 1976 y 2005 los bosques de once municipios de la región Purépecha se redujeron de 221 mil ha a 201 mil ha (3).


“Hoy, la superficie destinada para la producción de aguacate en la región Purépecha de Michoacán es 342 por ciento mayor a la que había en 1980; en esa región se han perdido 20 mil ha de bosques en el mismo periodo. Es decir, la alta demanda de aguacate ha impulsado el cambio de uso de suelo, a costa de los bosques. Si bien los recursos forestales de esta zona han estado sometidos a una fuerte presión a lo largo de los últimos 30 años, es claro que el Proárbol, como se aplica actualmente, no ha impedido la deforestación de la región”, afirmó Neumann.

En mayo pasado, Greenpeace recorrió Los Tuxtlas, Veracruz, donde en 1972 había 97 mil ha de bosque mesófilo, selva húmeda, bosque de pino y de encino. En 1993 quedaban 54 mil ha, 56 por ciento de la cobertura original. La mitad de esta pérdida ocurrió entre 1990 y 1993, a un ritmo de 9.42 por ciento anual (5). Un estudio realizado en la zona estima que para 2020 quedarán 7,360 ha de selvas en esa región (6). En Veracruz, la deforestación se debe, principalmente, a la ganadería extensiva y los cultivos comerciales. En total, dicho estado ya perdió 91 por ciento de su cobertura forestal (7).

“Aunque no hay estudios más recientes que evalúen la deforestación en los Tuxtlas, desde el aire se puede constatar que el desmonte para introducir ganado sigue. Esto muestra que, a pesar de que el presupuesto destinado a la Conafor pasó de 265 millones de pesos en 2001 a 5 mil 500 millones de pesos en 2009 (8), no ha generado los mecanismos para que quienes habitan en los bosque puedan vivir dignamente de sus recursos naturales sin destruirlos, por lo que se ven obligados a introducir cultivos y ganado o a vender sus tierras para obtener ingresos”, continuó Neumann.

En el caso del Gran Bosque de Agua (GBA), ubicado entre el DF, Cuernavaca y Toluca, la mancha urbana del Distrito Federal avanzó sobre los ecosistemas forestales a un ritmo de casi una hectárea diaria en los últimos 60 años (9). La existencia de caminos y carreteras ha favorecido la formación de asentamientos urbanos en la región. De acuerdo con INEGI, en el año 2000 habían 206 localidades dentro del GBA, donde vivían más de 56 mil personas, de las cuales, más de la mitad se concentraban en cuatro poblados: Huitzilac, Tres Marías, Tepoztlán y Santa Catarina.

“La gente que vive en el GBA no ha recibido apoyo para vivir dignamente de sus bosques, por ello es presa fácil de especuladores que le ofrecen dinero por sus tierras. Las campañas de reforestación o el pago por servicios ambientales que ofrece el Proárbol no han logrado revertir la presión del avance de la mancha urbana en ésta y otras zonas. Por si esto fuera poco, en julio de 2008, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales aprobó la construcción de la Autopista Lerma- Tres Marías, la cual acelerará el crecimiento urbano en la región. Esto compromete el abasto de agua del centro del país, ya de por sí escaso, y contribuye a generar más cambio climático en la zona”, explicó Magallón.


“Estos tres casos muestran que Proárbol no ha frenado la deforestación en México y que nuestro país no está preparado para afrontar los compromisos asumidos a nivel internacional en torno al cambio climático, ya que no existen políticas adecuadas de aprovechamiento y conservación de los recursos forestales. Si el presidente Felipe Calderón es serio en su compromiso de reducir nuestras emisiones de GEI en 50 por ciento para 2050, debe comenzar por diseñar una política forestal eficaz, que tenga como prioridad impulsar el buen manejo forestal comunitario, con el fin de detener la deforestación a más tardar en el año 2020”, concluyó Magallón.

Notas:
1. Velázquez, Alejandro, La dinámica de la cubierta forestal de México, Centro de Investigaciones en Geografía Ambiental, UNAM, Campus Morelia / http://www.smf.mx/C-Global/webCubFor.htm; Estado y transformación de los ecosistemas terrestres por causas humanas”, Sánchez, Salvador, et al. En “Capital Natural de México, Conabio.
2. Informe México: Tercera Comunicación Nacional ante la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Instituto Nacional de Ecología. México. 2006.
3. Garibay Orozco, C. y G. Bocco Verdinelli. En prensa: Situación actual en el uso del suelo en comunidades indígenas de la Región Purépecha, 1976-2005. INE-CIGA, UNAM. México.
4. http://www.siap.sagarpa.gob.mx/index.php?idCat=107Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera, SAGARPA,
5. Guevara, S., Sánchez-Ríos, G. y R. Landgrave. “La deforestación” en: Guevara, S.; Laborde, J. y G. Sánchez-Ríos. Los Tuxtlas. El paisaje de la Sierra. Instituto de Ecología, A. C. y Unión Europea. Xalapa, Veracruz. México. pp. 814-109.2004.
6. Dirzo, R. y M. C. García. Rates of deforestation in Los Tuxtlas, Veracruz, México. Conservation Biology 6 (1):84-90.1992.
7. Paré, L. y T. Fuentes. Gobernanza ambiental y políticas públicas en Áreas Naturales Protegidas: lecciones desde Los Tuxtlas. Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México. México. 2007.
8. http://www.apartados.hacienda.gob.mx/presupuesto/temas/pef/2009/index.html
9. Informe Asentamientos irregulares en el suelo de conservación del Distrito Federal, PAOT, 2003.

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